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martes, 22 de junio de 2010

Barrenderos de parcelas ajenas

Los huelo a leguas, son destructivos. No hay peor consejero que el que intenta solucionar tu vida aún sabiendo que la suya es una mierda. Te escudriñan, ven un pequeño hueco sentimental por donde entrar y a partir de ahí ya es difícil deshacerse de ellos, te pueden dar la chapa buscando afinidad hasta la saciedad. No lo soporto.


El otro día tuve un encuentro de este tipo. Cuando me quise dar cuenta estaba metido hasta las cejas en una espiral de consejos bienintencionados aunque totalmente contrarios a mi mentalidad. No sabía de que manera explicar como me sentía sin intención de herir sensibilidades. Así todo, aunque los seres humanos nos parecemos mucho en lo básico, cuando se trata de explicar razonamientos somos bien distintos, muchas veces comprendidos de manera distorsionada según de que boca vengan, que unas gustan más que otras claro está.


Cuando ya llevaba una media hora intentando hablar un par de frases continuadas sin llegar a lograrlo, corté por lo sano: si dejáses hablar podríamos establecer una conversación, que hablas sólo tú, aunque mejor lo dejamos para otro día que hoy no tengo ganas de hablar del tema. Fin de conversación y hasta otra.