Tengo amigos para siempre, también para nunca, otros por obligación e intrusión, amiguetes, conocidos o en proyecto de, coleguitas de dos días, bajo tres copas, con cuatro patas o del quinto infierno. Es lo que tiene andar por todos los curros como decía mi jefe y encima eres de saludar.
Me pregunto qué pensará toda esta gente de mí, cómo me catalogan dentro de su escala de amistad, qué rango ocupo en sus valoraciones y si van acorde con las de uno. Me gustaría dar la talla. En silencio.
Deseo que te vaya genial, desde la grada, sin aspavientos, como un espectador neutral. Verte feliz es suficiente, aunque duela por dentro.