Hoy al entrar al mar he visto una cuadrilla de ocho trabajadores -creí contar- peinando la playa, cribando la arena, escrutando las algas en busca de las famosos granos de plástico que varan estos días en nuestras costas. Los llevo viendo hace días -a los pellets, a los operarios sólo hoy- sobre todo en el margen que deja en la orilla la marea llena porque en la inmensidad del mar resulta difícil verlos flotando; alguno he tragado al ir remando, como les pasará a miles de peces que los confundirán con alimento. No sé qué repercusión tendrá todo esto en su organismo, en las playas menor seguro que la mierda que tiramos a diario pero espero sirva para darnos cuenta que hay que cuidar de la naturaleza lo que se pueda porque con los miles de millones de habitantes en potencial crecimiento demográfico irreversible, sobresaliente afán de protagonismo, notable capacidad de desarrollo y suficiente capital para comprar los medios a poco nos va a saber este planeta que nos acoge y alimenta.
Al salir del agua les di las gracias a dos de ellos que me saludaron alegremente, independientemente estén trabajando me parece un curro muy jodido recoger bolitas. Me recordó a los días del Prestige, hasta los huevos de despegar chapapote. Y, no sé si es por lo que considero gravedad en el asunto o porque me siento viejo para la causa, colaboro poco o nada en esta limpieza.
Gracias a todas esas personas que lo hacen por nosotros y a todas aquellas que a partir de ahora les dé reparo tirar una bolsa sobrante o botella vacía al mar.