Se pasa varias horas al día batallando, en primera línea del frente, cual valiente soldado caído a manos del enemigo por acatar descabelladas órdenes infringidas bajo el yugo de incapacitados mandos. Nada original, ni siquiera en esta mal repartida era de tecnología digital, inteligencia artificial y transmisiones bajo el amparo de unos y ceros, que a su vez comparte etapa con enfervorizados imanes dedicados a instruir a sus testosterados fieles en los más graves delitos contra la emancipación de la mujer, no vaya a ser que vuelen solas. Mejor soltarle una ostia a tiempo para así cortarle las alas antes que lamentar que piensen por sí mismas y contagien al resto del género.