Buscar

lunes, 22 de abril de 2013

Remendando mis remiendos

Por causas aún desconocidas este blog ha permanecido mudo durante un par de meses; sí, digo desconocidas porque aunque pueda tener una explicación tampoco tengo muy claro el motivo de tal silencio. Bueno, a lo que iba, que me lío.

Supongo yo que las personas que le ponen pasión a la vida -entre las cuales me gustaría estar- preferirán actuar a dejar pasar el tiempo esperando que le vengan con todo hecho, omitiendo, si fuera el caso, cualquier bienaventurado consejo protector de terceros y allegados, cuya finalidad o experiencia vete tú a saber de donde procede. Cada cuerpo es un mundo, y con la mente pasará lo mismo; al igual que existen infinidad de métodos curativos con sus respectivas ramificaciones, técnicas y derivados, donde cada profesional defenderá su gremio por encima del resto, existirán pacientes con otras tantas dolencias, indolencias y paranoias que igual tienen mucho más que ver en sus procesos de recuperación que los propios sanadores. Así es difícil saber a que árbol te arrimas y, por estúpido que parezca, es lo más interesante de todo.

Hoy he tenido una cita muy esperada, le había dando plantón en varias ocasiones por temas que no vienen a cuento. El encuentro pasó de media hora y fue formal pero hubo química, algo necesario cuando hablamos de cosas tan íntimas; mi primera impresión es clave, marca un tercio de la nota final del examen; la conversación, amena y fluida puntuó bien; ya sólo quedaba la mirada, y ahí decidí.