Llevo esquivando el quirófano un par de años. Un servidor está afectado de luxación recidivante de hombro izquierdo -ya operado en el 2009, sin mucho éxito por lo que puedo comprobar-, el último episodio ha sido esta noche, quince días antes el anterior, para un total de diez. La mayoría de ellos han sido historias dolorosas, el "viaje" incluye traslado a un centro hospitalario, diversos intentos de reducción humeral ejecutados por voluntariosos traumatólogos de guardia, casi siempre en vano, llamada al anestesista, chute de lo que sea, ...; me despierto con el brazo en cabestrillo, magullado pero con gran sensación de alivio; alta y para casa a descansar que mañana se trabaja de nuevo. Al mes revisión con el doctor/a, recomendación de cirujía, negativa por mi parte y explicación de la misma, cara de circunstancia del licenciado/a, apretón de manos y vuelta al cole, que hay que producir por el bien de todos.
Hasta aquí hemos llegado, esta vez ha sido durmiendo, empiezo a tener miedo de mi fragilidad; siempre he sido un tío ágil y esta historia me preocupa sobremanera: dejé el fútbol -jugaba de portero-, las pachangas de baloncesto y unas cuantas cosas más, soporté días laborales post-luxación infernales casi más como autocastigo que por responsabilidad, entrené mi hombro desde el primer momento para no perder musculatura -ni tren de vida-, sufrí en silencio como quien tiene hemorroides, ...no puedo más, ¡necesito pasar por el taller!. Pregunta: ¿cómo se le cuenta esto a un jefe en un país con seis millones de parados?.