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domingo, 21 de diciembre de 2014

Print Gao

Cuando acaba el año es constructivo hacer crítica de lo vivido, este año que termina no ha sido bueno para casi nadie, tampoco para mí. Escuchar más a los demás es una asignatura pendiente para el 2015, hay mucho que mejorar en ese aspecto y por eso es el objetivo de mis doce uvas de la suerte. Sí, ya sé que esto no es un pozo de los deseos pero no está mal como recordatorio, eso de que a buen entendedor pocas palabras bastan o ya no me llega o no me define. Nunca es tarde para darse cuenta.

Y aquí seguimos, metidos en faena, ya más de cinco años dándole a estas teclas, reciclando vivencias del color que yo lo veo, un cuadernillo de bolsillo con licencia de ninguna clase y finalidad terapéutica sin autorización médica. Dentro de una cajita virtual guardo un puñado de imágenes del 2014, están impresas en escala de grises y son instantáneas de escenas cotidianas de cosas que sucedieron, donde sus protagonistas ejemplifican allí lo que más admiro de ellos/as. Y me siento afortunado, pequeño y pringao al mismo tiempo.