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domingo, 27 de enero de 2013

Pinceladas sobre un lienzo de cuatro semanas

Está hoy el día para escribir: trece veinticuatro de un Domingo al mediodía, lluvia persistente con intención de continuar así el resto del día, pequeña resaca por haber tomado ayer tres copas en celebración de cumpleaños, hombro renqueante de habérmelo luxado el fin de semana anterior en la nieve, sin planes para hoy, madrugón para mañana...

...Es mi primera entrada del año, pensaba que ya no lo volvería a hacer desde este pequeño rincón, quizá haberlo dejado de lado por espacio de un mes me daba pie a abandonarlo definitivamente; parece un argumento coherente a mi entender. O parecía...

...Llueve de forma metrónoma, el caer de la gotas sobre la teja de fibra de vidrio transparente que hace de tragaluz sobre el escritorio donde me encuentro golpea sin cambios de ritmo que puedan ralentizar o acelerar la percusión de tal líquida melodía; este homogéneo y constante martilleo sumado junto al sonido -también en el tempo- de la respiración de mi perro, siempre fiel acostado a la vera de su dueño, es lo único que se oye alrededor. Está hoy el día para escribir.

En un mes pueden pasar muchas cosas o ninguna.