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viernes, 15 de noviembre de 2013

A la que escampa

Esta semana volví a deportear, de momento a bajas revoluciones, ya no tanto por mi lesión como por el fondo físico, estoy bajito, bajito, me comen las papas.

También metí las pezuñas entre pinares. Aprovechando Noviembre, la lluvia de estos días atrás, mi necesidad de hacer algo, ta los guevos del bricolaje y la fachada de mi casa, en fin, este otoño vacacional que me invade, he decidido echarme al monte, caminar, tomar las cosas de tranqui, mirar al suelo, buscar setas.

Ahí atrás comentaba lo de la sierra, pues bien, fui y más o menos encontré lo que estaba buscando. Caminar por el bosque, casi a solas -junto a mi fiel amigo-, me gustó. Suena extraño, pero realmente nunca había estado tantas horas caminando sin rumbo ni objetivo concreto, me recordaba a la pesca en la manera de escoger lugar, con la diferencia de que además de intuición en el mar hay que tener suerte. Aquí menos, lo cual quiere decir que no me fue mal.

Sólo conozco tres especies comestibles, el resto las descarto por riesgo a equivocación, fundamental en este mundo ir acompañado de alguien que sepa o, como es mi caso, cortar sobre seguro; desgraciadamente hay que dedicarle muchas horas al estudio para conocer otros hongos. Recojo boletos y níscalos, rara vez encuentro macrolepiotas, los suelo hacer salteados al ajillo con vino blanco, hierbitas y tal; con unos pocos que apaño ya me dan para mucho, nadie salvo yo se atreve a comérselos. De momento.

P.D.- Por normativa del blog no se incluyen imágenes a continuación pero, para corroborar los hechos, aquí dejo un enlace de muestra.