Este pasado fin de semana estuve cortando el seto de casa de mi padre, el cabrón -del seto- medía más o menos cuatro metros de alto por cincuenta de largo y recordando recortes pasados poco me apetecía darle caña de nuevo. Por teléfono quedé con él para el sábado a la mañana y mantuvimos una conversación sobre las bondades de una nueva podadora eléctrica que había comprado para la ocasión; le pregunté que cuanto costó y cuando me dijo que aún no setenta euros -supuse sesenta y nueve noventa y cinco- me eché a reír, imaginé un artilugio de dos aspas con forma de antena de tv las cuales se cruzarían tronzando con rápidos movimientos varitas del diámetro de un pulgar. Poco podrían hacer ante semejantes troncos de media cuarta. Mi padre, que es muy dado a misterios cuando tiene algo interesante que mostrar, no soltaba prenda; dejamos las adivinanzas y quedamos para ese día.
La máquina era curiosa, una lanzadera de tubo extensible terminaba en una motosierra de aproximadamente treinta centímetros de hoja, en la base del cilindro llevaba un apoyabrazos, un gatillo acelerador y un arnés. Tenía potencia suficiente para cortar el seto y más, en dos horas quedó a metro ochenta y rasuradito por los laterales, vaya invento más virguero. Mi padre mientras me veía en plena faena se reía, más evidente por el acierto que tuvo en la compra que por lo bien que estaba quedando el chollo.
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viernes, 28 de marzo de 2014
jueves, 27 de marzo de 2014
Cancheros
Hay gente a la que le gusta ver la vida pasar, aprovechan su tiempo como oyentes en aula de sociales mientras el mundo gira a su alrededor; supongo que tendrán el cerebro más desarrollado que los que nos movemos a pie de cancha, es lógico, sus cuerpos tampoco se mueven como los nuestros y la sangre les fluye hacia la sesera provocando menos instinto animal y más racional. Pertenecemos a especies distintas aunque nos cataloguen como semejantes.
Esto no es un tratado de metodología del alma ni una entrada pseudocientífica, sirva a modo de experiencia personal, va sobre lo que deseamos ser y lo que somos en esencia o como un envoltorio oculta lo que hay en su interior. Es un buen momento para abandonar la página, aviso de antemano.
La experiencia es una buena consejera y la vida un cúmulo de picos y valles, cada cual elige la forma de llevar el camino: despacio, deprisa, dosificando, dejándose ir, apoyándose, apoyando, aprovechándose; la historia es ir tirando millas, evolucionando. Nuestros cuerpos también se van transformando y hay edades óptimas para cada aparato, forman parte del ser humano, vale la pena sacarles partido mientras den de sí porque en las últimas etapas de nuestra vida la sangre tirará hacia el sistema nervioso y lo que nos quedará serán los recuerdos de las acciones pasadas, siendo el resultado de todas ellas, sintiendo si nuestra vida ha tenido sentido y si hemos hecho por los demás todo lo que podíamos hacer. Por eso es bueno saber que independientemente vaya el tramo cuesta arriba o hacia abajo no va a durar siempre y conviene atacarlo de frente.
Me gusta la cancha.
Esto no es un tratado de metodología del alma ni una entrada pseudocientífica, sirva a modo de experiencia personal, va sobre lo que deseamos ser y lo que somos en esencia o como un envoltorio oculta lo que hay en su interior. Es un buen momento para abandonar la página, aviso de antemano.
La experiencia es una buena consejera y la vida un cúmulo de picos y valles, cada cual elige la forma de llevar el camino: despacio, deprisa, dosificando, dejándose ir, apoyándose, apoyando, aprovechándose; la historia es ir tirando millas, evolucionando. Nuestros cuerpos también se van transformando y hay edades óptimas para cada aparato, forman parte del ser humano, vale la pena sacarles partido mientras den de sí porque en las últimas etapas de nuestra vida la sangre tirará hacia el sistema nervioso y lo que nos quedará serán los recuerdos de las acciones pasadas, siendo el resultado de todas ellas, sintiendo si nuestra vida ha tenido sentido y si hemos hecho por los demás todo lo que podíamos hacer. Por eso es bueno saber que independientemente vaya el tramo cuesta arriba o hacia abajo no va a durar siempre y conviene atacarlo de frente.
Me gusta la cancha.
martes, 25 de marzo de 2014
Recuerdos de aquel Marzo del 2014
Cuando comencé esta aventura me comprometí a seguir una línea marcada de antemano, para que la cosa no fuese un aquí vale todo me pase al lado contrario: pensé en una caja de cerillas y decidí meter sólo lo que cupiese ahí dentro. Hasta ahora no he cambiado de vehículo, lo que sí hice fue descuidarlo, últimamente ya no me apetece tanto sacarlo de paseo; siendo consciente de que era una de las condiciones esenciales de este pequeño viaje me parece una falta grave por mi parte que espero resolver pronto.
Bajo esta inactividad digital, vagancia virtual o dejadez megabytiana me encuentro, alejado de unos y ceros, aprovechando el tiempo en otras movidas, historias de las que ya no formará parte mi fiel amigo, compañero de tantas. A veces miro por el retrovisor creyendo que viene corriendo detrás, como lo hacía todos los días cuando dejábamos la playa, al salir de hacer deporte, y estiraba los últimos minutos de ejercicio antes de meterse en el coche. Se merecería un millón de frases pero no este un lugar para homenajes porque para eso estarán los recuerdos que permanecerán siempre.
Y la vida sigue en Marzo, tiempo de quizases, otra nueva primavera que quizá traiga un nuevo inquilino a casa, que quizá coincidan en armonioso quinteto madurez y serenidad con la aparición de tres potentes canas sobre la sien, quizá resulte algún viaje de placer a medio mirar, signifique quizá el comienzo de una nueva etapa vital y posiblemente sea un mes tan importante que quizá merezca la pena escribir sobre él.
Bajo esta inactividad digital, vagancia virtual o dejadez megabytiana me encuentro, alejado de unos y ceros, aprovechando el tiempo en otras movidas, historias de las que ya no formará parte mi fiel amigo, compañero de tantas. A veces miro por el retrovisor creyendo que viene corriendo detrás, como lo hacía todos los días cuando dejábamos la playa, al salir de hacer deporte, y estiraba los últimos minutos de ejercicio antes de meterse en el coche. Se merecería un millón de frases pero no este un lugar para homenajes porque para eso estarán los recuerdos que permanecerán siempre.
Y la vida sigue en Marzo, tiempo de quizases, otra nueva primavera que quizá traiga un nuevo inquilino a casa, que quizá coincidan en armonioso quinteto madurez y serenidad con la aparición de tres potentes canas sobre la sien, quizá resulte algún viaje de placer a medio mirar, signifique quizá el comienzo de una nueva etapa vital y posiblemente sea un mes tan importante que quizá merezca la pena escribir sobre él.
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