Si lo ves desde la perspectiva de que gracias a la red de redes la población media es más culta, está mejor informada, aprende antes y mejor, lo cual incide en su coeficiente intelectual, conoce lo que sucede en otras partes del globo a tiempo real, hace amigos a la carta o dispone de las herramientas necesarias para olvidar penas, remitir depresiones y aliviar dolores resulta incomprensible que cuatro inseguros altos cargos con derecho a veto quieran censurar los contenidos de la Biblioteca bajo la atenta mirada de productores de cuenta corriente en descenso, artistas que ya no se consideran como tales porque antes ganaban más dinero y llegaban más lejos, padres superprotectores que ponen barreras a sus hijos para que no salten ni el bordillo, sectarios, acomplejados, malpensados, amantes de la ignorancia ajena, inquisidores o amedrentados seres que urgan en la herida -que la hay- para hacerla más grande e infecta.
¿En un país con seis millones de parados como va a haber dinero para todo lo que los dirigentes de mercado han creado?, es imposible mantener una familia con los vicios de antes (alquiler, agua corriente, luz, gas, teléfono fijo, coche en el mejor de los casos, comunidad de vecinos) más los de ahora (internet, móvil, fijo; productos de consumo de todo tipo; vacaciones de pack hotel+ media pensión+ 2 excursiones+ coche de alquiler+ juerga nocturna; tele de pago; seguros varios que llegan semestralmente sin contar con ellos; comisiones de cada una de las cuentas, tarjetas o clubs a los que pertenecemos; millones de negocios -y negociantes- orientados al bienestar físico, mental, sexual o espiritual en busca de nosotros, clientes insatisfechos de como les va la vida). ¿Aún así creen que la culpa de que no vayamos al cine, compremos menos discos, echen el cierre las librerías o maten a las ballenas la tiene la libertad en internet?, pues venga, pongan muros sobre el espacio para que así ni siquiera podamos informarnos por nuestra cuenta.