Tampoco hacen falta muchos libros para darse cuenta de la situación general. Un petardo como yo augura vente años para superar estos cuatro o cinco malos que llevamos porque no pueden convivir tecnología del 2014 con los salarios de 1981, que además del IPC y todas las subidas de 31 años de vida está el cambio de moneda de hace doce que redondeó el euro a 100 pesetas: el que cobraba 100.000 pasó a cobrar 600 -aunque de aquella por lo menos tenía trabajo- mientras el recaudador se adaptaba a la velocidad del rayo y subía los precios un 66% porque tenía orden directa de Bruselas. Y la bola de nieve se hizo tan grande que ahora no la para ni Dios.
Lo único bueno es que los niños volverán a jugar en la calle, agudizando así su ingenio con cuatro chapas y un balón, que igual les servirá el día de mañana para buscarse las castañas en un nuevo entorno laboral quizá más talentoso y motivado que el de nuestros días.