Estación de tren Zaragoza-Delicias, salida del Ave con destino Atocha a las 9:45h, llego a y cuarenta y tres minutos y paso por el torno de milagro... La revisora del andén me dice algo que yo, al ser duro de oído, no le escucho bien, me giro para preguntarle:
- ¿Perdona? -creí que no me iba a dejar pasar-, no te entendí.
- ¿Hoy te vas más pronto no?, normalmente coges el del mediodía...
- Sí -sorprendido, ni puta idea quien es la chavala-, salgo más temprano, ¡me tienes controlado eh!...
- Siii -amplia sonrisa-, es que me encantan tus rizos, ¡buen viaje!..
- Gracias, eres muy amable, -sonrío también- buen día.
Afortunadamente -creo que es positivo- es algo que me pasa muy a menudo, mi pelo -peculiar parece ser- llama la atención allá donde viajo, da igual el país, la cultura, o ideología del individuo, se me ve venir. Afortunadamente -de nuevo- no necesito pasar desapercibido. Cuando me quede calvo tendré algo que contarle a los nietos que nunca existirán porque no quise fabricar niños.
Como debo estar encantado de haberme conocido en el mundo real, permanezco libre de redes sociales, utilizo blogger y mis webs -anónimas- para alimentar mi ego y poca cosa hay que me puede etiquetar en este universo de los unos y los ceros; con la IE me pasa lo mismo, prefiero guiarme de mi instinto que pedir ayuda a algo o alguien que no sea yo, muero con mis ideales si es necesario antes que seguir consejos digitales. Defecto de este animal de ricitos nada instagrameable.