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lunes, 16 de octubre de 2023

Perros y Gatos

 Como en casi todos los ámbitos de la vida parece ser que necesitamos rivalizar para tomar posesión de algo, defender nuestros derechos u obtener una victoria ante contrincantes de diversa índole: unas veces lo hacemos con respeto, otras muchas caiga quien caiga en el intento. En estos tiempos que corren, donde las diferencias entre pueblos cada vez son más extremas, resulta una quimera pensar que se pueda conseguir un acuerdo amistoso entre partes. Nuestros líderes ya se ocupan de acentuar nuestras diferencias.

Volviendo a las diferencias, en un mundo digitalizado de manera desigual es imposible acercar posturas. En Irán serás latigado si demuestras afecto al género opuesto, en Ucrania pasean tanques y mimetas como en la guerra de Vietnam años 70; Siria, Sudán del Sur, Corea del Norte, Somalia o Afganistán viven entre escombros, balas y tiranos pseudocultivados en el arte de confundir y difundir a partes iguales, jactándose de enfilar a sus ciudadanos hacia la vía correcta de una ideología sostenida con pinzas. En Cuba o Venezuela no se te ocurra decir basta ya. Desgraciadamente toda opinión contraria te conduce al castigo más beligerante, como para echarle huevos al asunto si decidieses remar contra corriente.

Mientras existan todas estas desigualdades en el mundo, sobre todo a nivel informativo, será difícil tratar todo ello de manera amistosa, tanto a nivel ciudadano como político. Por estas tierras omiten -y prohiben- palabras de base democrática tales como tolerancia, transigencia, respeto, libertad, ... y así es imposible llegar a un acuerdo con nada ni con nadie. ¿Dónde se enciende la luz?

Los países aliados (entre los que se encuentra España) decidieron bajo el auspicio de la ONU crear un estado judío que arraigase a sus habitantes a un pueblo, arrebatando terrenos que tarde o temprano serían "vengados" por los descendientes de sus antiguos moradores. Evidentemente a nivel gubernamental sabemos de que lado están pero afortunadamente los ciudadanos podemos tener una opinión contraria y defender los derechos a modo oposición sin sufrir consecuencias por ello, aquí si está permitido como lo debería estar en todo lugar habitable, pero así, esta castaña de mundo resulta ser mucho más manejable para sus temerosos dirigentes. Por cierto, no me cabe en la cabeza que te puedan dar latigazos por demostrar afecto público entre hombres y mujeres,  si los pillan echando un polvo clandestino, ¿cuánta pena les caerá?