Veinte días. Creo que es suficiente tiempo para hacer una primera valoración. Las condiciones meteorológicas de estos mágicos veinte días de vuelta a las barricadas han sido excepcionales, el viento siempre de la misma dirección (salvo ayer), la rompiente, el lugar, esa oscilante corriente, mi hombro, ...de momento todo funciona -como diría mi querido y añorado tío- a tope. No creí recuperarme tan rápido en tan breve tiempo, hace dos semanas me veía limitado, exigirle al físico un poco más todos los días da resultado, hay que saber sufrir y tener fe en tu cuerpo creo yo, pero esto no serviría de nada sin una excepcional intervención quirúrgica, repito lo de la fe porque la tengo también en el equipo que me operó en esta ocasión.
Aprovechando la abundancia de sensaciones, el optimismo y la vuelta al cole he dejado atrás los elementos que reflejan cuatro últimos meses de vida ermitaña: la pesca improductiva en solitarios acantilados; salidas en busca de setas entre bosques de recorrido kilométrico sin tener ni puta idea; "nuestros" eficaces métodos sustitutivos de navegación real (Wikipedia y Google Earth); los programas de así se hace o quién me lo compra; la fachada y sus tratamientos pro, ante, porsi y post pintado; los inventos culinarios de este chef mequetrefe que intenta escribir; la limpieza de una casa que es el cuento de la buena pipa; ...sobraban cosas.