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jueves, 16 de abril de 2020

Con licencia de ninguna clase

En estos días de reclusión -y a la vez de realización- le estoy cogiendo el gusto al lema de "quédate en casa".

Como no soy enfermero, ni transportista, ni empleado del sector primario, no repongo en el supermercado, tengo calificación lego en limpieza aséptica y poco entiendo de fabricación de materiales de necesidad me queda acogerme al sector del segundo plano, que aunque suena desilusionante leído así he logrado transformarlo en pura química: tres cuartas partes de mi tiempo en casa, mitad de mi horario laboral habitual, un cuarto de deporte y cero callejeo. Fórmula conformista que no pensé aceptar de tan buen agrado.

Como no me dan las horas para vivir aproveché para actualizar:

- Todo esto de los unos y los ceros.- Mantenimiento de páginas web en estado decadente, retoque gráfico, fotografías, ilustraciones, blog, ...total en horas, alrededor de cuarenta. Me quedarán otras cuarenta por delante.

- El mantenimiento de la casa.- Bricolajes varios. Más o menos 20 horas.

- El jardín.- Minúsculo terrenito pero que obliga a coger el sacho -aquí se le llama así a la azada de toda la vida- porque salen hierbajos por todos lados y estoy cuidando cuatro lechugas, un par de arbolitos y un trozo de campo a ras.... ¿seis horas?.

- La furgo.- No se me ocurrió otra idea que lijar y barnizar todo el interior trasero. Cuanto más lijaba el suelo, más necesitaba ser lijado. Horas invertidas, buff, veinticinco o quizá más.

Me salen un total de noventa horas una arriba o abajo, que si lo divido entre un mes que llevamos de confinamiento son tres horas diarias de tarea atrasada que necesitaba ser cubierta. Hoy me llegaron dos botes de pintura para azulejos que pedí por internet hace un par de días -éstos sí trabajan y rápido-, tengo lío para ocho horas más. Lo que comentaba, le estoy cogiendo el gusto.

A otra historia, ayer me enviaba mi padre un mensaje en el que me comentaba su opinión sobre todo este tema, y la verdad que me sorprendió no porque tuviese razón sino por la importancia del mismo: cuando salgamos de esta movida habrá que darles mayor valor a los que levantan el país de verdad todas las mañanas (los que nos cuidan en la enfermedad, los que nos dan de comer, los que construyen) y minusvalorar otras profesiones poco productivas como puede ser la política en tiempos de crisis. Da el tema para largo.

Volviendo al hilo del mantenimiento en la red de todo este batiburrillo de desastres en los que ando embarcado -hoy me apetece hablar, hace tanto que no lo hago aquí- desde la era prehistórica; no podía dejar a la deriva el proyecto con el que todo esto comenzó. La tecnología móvil me mató, envió el diseño de mis trabajos -la mayoría en Flash- al carajo. O aprovechaba esta hibernación o se acababa todo, es difícil mantener una página con algo de contenidos siendo uno solo y sin apoyo económico, no es una queja, es un orgullo. A lo que iba, empecé por buscar fotos entre los archivos que fuí guardando en el equipo, cientos, miles de imágenes de playas con olas, todas parecidas, en la mayoría además tenía que adivinar de que playa se trataba, un coñazo pero necesario. El resto de horas de diseño no las explico que es largo de contar, sólo quería decir que le tengo tanto cariño a esto de crear sobre algo en lo que creo que merece la pena lo invertido.

Por normativa de este blog no se incluye más publicidad sobre la misma, fotografías o información de otro tipo, opera bajo licencia de ninguna clase.