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lunes, 9 de agosto de 2010

Terraza al aire libre

Organizar una cena de familia tiene tela. No hay manera de poner a la gente de acuerdo.

Mi primo, que es asturiano pero se encuentra de vacaciones en las rías baixas, me llamó por teléfono pues le apetecía que nos juntásemos todos los primos, con nuestros padres, quedar en un local para cenar y hacer un poco de piña pues últimamente no nos vemos mucho. Una idea estupenda le comenté yo.

Decidimos que me encargaría yo de buscar local para hacer una reserva. Al día siguiente ya sabía a dónde los iba a llevar: terracita, buena comida, buenos precios y en pleno centro. Vamos, un planazo.

Esperé unos días para reservar porque el tiempo en Galicia ya sabemos como es y no quería chafar la cena con lluvia. En cuanto me enteré que no iba a llover, reservé y comenté a los demás el lugar y la hora. Todos estaban conformes con la elección. Hasta ahora todo sobre ruedas.

Esa mañana amaneció raro. El día era gris y hacía viento. Aunque con dudas, tenía confianza en que no llovería pues tantos años a pie de mar te da cierta experiencia. Quienes no tuvieron confianza fueron los demás.

Mi madre me llamó tres veces ese mismo día para decirme que iba a llover, que hacía viento, que si no haría frío por la noche, .... Mi tía -hermana gemela de mi madre- otro tanto de lo mismo con sus hijos. Con decir que la última llamada que recibí fue preguntándome si no darían temporal para por la noche. Recordaros que la cena la organicé yo.

Con la responsabilidad sobre mis espaldas me eché el equipo encima y seguí intentando dar seguridad y confianza. Parecía el meteorólogo de Antena 3, cada hora daba un parte. Creo que toda esa presión era más nerviosismo por el encuentro familiar que preocupación climatológica. Al final, ni llovió, ni hizo viento; la comida fabulosa y las medallas me las llevé yo. Así todo hay que saber sufrir para conseguir ciertos objetivos, sobre todo si éstos van relacionados con la familia. Para otro año delego. Por cierto ni mi primo ni yo pagamos un duro; los mayores se pusieron farrucos, no hubo forma de cerrarles la cartera... se pusieron lindos con el Albariño los tíos y estaban con lo de la exaltación de la alegría.