Buscar

viernes, 21 de septiembre de 2012

Gustavo no es sólo una rana

Imagino que seguirás poniéndote el uniforme verde para ir a trabajar, quien sabe en que pueblo andarás metido ahora. La última vez que supe de tí estabas destinado a pocos kilómetros de cierta ciudad amurallada, relativamente cerca de tu familia. Ignoro si te has casado, tenido hijos o porque no, tal vez continúas tocando la bataka en algún grupete de los alrededores. Por cierto, tengo un par de cassettes -fíjate los años que hace que no nos vemos- que son tuyos: Superunknow de Soundgarden -enormes los de Seattle- y Blood Sugar Sex Magik -impresionante trabajo- de RHCP. Espero dártelos algún día.

Nada más, lo dicho, me acordé de tí y aquellos maravillosos años de adolescencia en el local, donde muchas veces, gracias a que vivías encima, el resto de vecinos del bloque no llamaban a la policía porque cuatro niñatos estaban tocando -si es que se le puede llamar así- hasta las once de la noche en días laborables.

Un abrazo tío, aunque sea virtual y nunca llegue a su destino.