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martes, 9 de octubre de 2012

Una flor entre tanto cardo

Tener una hoja en blanco preparada para escribir sobre ella a sabiendas de que lo que aquí anotes puede ser visto por cualquiera es una responsabilidad con la que cargo desde que se me ocurrió la brillante idea de conectarme a internet, ¡cuánto agradezco aquel día!. Mi primera conexión ftp con un servidor remoto, aquel archivo GIF en el que un logo palpitaba y se transformaba en una ola, vinculado a una dirección web con muchas subcarpetas, y que gozaba de permiso para ser visto en cualquier PC -casi nadie tenía portátil- con conexión vía modem 64K en el mejor de los casos. Asombroso.

Este pequeño apunte espero sirva de introducción a lo que viene a continuación. Adoro internet, lo encuentro imprescindible a todos los niveles, es más, estoy en contra de la gente que está en contra, alegando como mejor argumento la peligrosidad en su uso o quizá la falta de veracidad, vamos, como pasa en nuestra propia sociedad, vaya casualidad. Muchas veces en la vida hay pocas opciones para elegir. Aquí, en el mundo virtual, no ocurre esto, aquí si hay caminos, autopistas diría yo, y sin más peaje que el recibo tarifa plana de cada mes. Quizá esta opción de que todos podamos disponer de todo no gusta entre algunos sectores. La información recogida en este espacio gigamegatón de unos y ceros se ríe de cualquier calibre, por eso meterse con ella es casi imperdonable.

A ver donde iban a aprender a leer y a escribir la mayoría de chavales, ¿en el cole?. No hay mejor motivación que un perfil en red social, es una pena que entre las aplicaciones asociadas no aparezcan temarios de biología, matemáticas o historia, con pequeñas actividades diarias para enganchar al personal, y llamativos banners incrustados, donde se vean imágenes publicitarias de ídolos juveniles que a día de hoy saben hablar -y pensar- por ellos mismos.

P.D.- Por si alguien no se ha enterado hay gente trabajando muchas horas todos los días de la semana, de manera altruísta, para que a la larga todos nosotros podamos gozar de aplicaciones gratuítas como por ejemplo el Skype, que permite realizar videollamadas a tiempo real aunque haya siete mil kilómetros de diferencia entre los interlocutores. Bueno, pues esa peña -y cientos de miles más-aprendieron a hacer esto con mucha pasión y dedicación. Claro está navegando por la red.