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miércoles, 17 de octubre de 2012

Quince años no son nada

Me gustaría comentar una cosa por si alguien tiene la enorme fortuna de tener trabajo -como yo- y encima al lado de casa -aquí valga el ejemplo-. Como la vida da muchas vueltas y rueda hacia varias direcciones, depende de donde rebote, le puede tocar a cualquiera la gracia o la desgracia. Pues bien, uno que ya sabe esto desde siempre, se dedica a caminar hacia donde le dice su latiente patata o la a ratos lúcida perola que a fin de cuentas son las dos que van a ir siempre contigo. Por esa misma regla de tres es mejor decir y hacer lo que uno/a piensa que asumir sin más cualquier opción que te propongan -eso lo sabes tú mejor que nadie-. El precio a pagar es la mochila que hay que llevar a cuestas, poco valor, se gana más de lo que se pierde y me gustaría corroborarlo cuando sea mayor.

El caso de hoy es todo lo contrario, se trata de agruparse en busca del beneficio común, algo básico en esta historia que publico y que será la primera y última vez de la que hablo en este humilde blog porque está entre las normas básicas a respetar que me impuse a la hora de crearlo. Lo hemos hecho, fantásticamente bien, no ha servido de nada; entonces, como no hay vuelta atrás, cerramos una puerta, abrimos otra nueva que total quince años no son nada: recuerdos vividos, buenos la mayoría. Ya me parece suficiente tesoro a conservar.