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jueves, 15 de noviembre de 2012

Una mirada

Eran las tres y media de la mañana cuando me acosté por tercera vez, no podía dormir, llevo varios días así en las últimas semanas. Esta noche estuve viendo un programa en el que la conductora -periodista- vive en primera persona lo que acostumbramos a conocer de oídas, bueno, no va el tema por hacer un juicio sobre el programa en sí, es por lo siguiente...

...El caso giraba sobre deshaucios, la protagonista de esta historia era una madre soltera que vivía con sus dos hijos -8 y 5- en una casa de alquiler. La chica -32 años- no recibía ningún tipo de prestación social, pensión alimenticia, subsidio, ... tampoco tenía familia que la pudiese ayudar. En cuatro días le quitaban la casa porque no podía pagar el alquiler, el menú semanal para los pequeños era arroz y san jacobos del comedor social y la compra básica de los tres se gobernaba con los vales de quince euros que les suministraba la iglesia si es que te atrevías a ir a por ellos, haciendo cola, entre una pelea de madres hambrientas, para intentar recoger los contados cupones. La tercera parte del presupuesto se utilizaba para productos de limpieza y aseo personal marca pirurubí-pirurubá; las dos terceras restantes, para los nenes. Y ahí estaba ella, luchando todos los días por lo más importante que le quedaba, haciendo de tripas corazón para no abandonar y dejar que cualquier instituto gubernamental saque a los niños de su lado sin importarles lo más mínimo su historia, su pelea o si no sería mejor arreglarle un trabajito en donde sea con horario compatible con su vida familiar.

Como ella, un montón en España... a ver de quien es la culpa. Por cierto, los hijos eran totalmente conscientes de la situación e intentaban amoldarse para ayudar a su mamá; el pequeño, cuando fuera mayor, decía que quería tener trabajo para darle todo el dinero a su madre.