El mundo reacciona así desde que existe el ser humano. Cada estrato social tiene un rol, una función dentro de la economía capitalista que nos rodea y que engrana el sistema. En esta espiral tienen cabida gobernantes, jueces, empresarios, autónomos, empleados por cuenta ajena, desempleados, pensionistas y subsidiarios del paro como elementos fundamentales. Gracias a este tipo de economía suele aparecer un rasgo común identificativo que quizá podamos traducir por frustración.
El tip@ que gobierna suele avejentar más de lo normal cuando alcanza el poder; los jueces viven siempre amenazados; el empresario bajo la batuta de otros, empresarios como él y dirigidos por otros como ellos; el autónomo con el agua al cuello intentado reflotar a diario; el empleado por sentir envidia hacia el prójimo, mejor remunerado; el que no tiene curro pues también con motivo.
Todo este coñazo me sirve para argumentar lo siguiente: lo importante en la vida no es abarcar más sino en ser feliz con lo que abarques. Es más inteligente a mi modo de ver contentarse con lo que se puede tocar que desear lo inalcanzable. Creo también que el camino es igual de duro, todos los días hay que esforzarse, pero no existe la frustración cuando las tiran mal dadas porque así estás acostumbrado a vivir, siempre abriendo hueco. Un día pasado es un dia olvidado.
Veo a mi alrededor otras formas de ver la vida, diferentes a la mía en muchos casos, todas válidas creo yo. Lo que no veo en la mayoría de los casos es esa impresión de plenitud vital, la que intento expresar en este texto y que debería formar parte de cada uno de nosotros. Una máxima para mí, una pérdida de tiempo para otr@s.
No creo en la reencarnación, ya no volveré a cumplir los treinta,las pelis de aventuras me entretienen menos, el futbol pronto lo veré sólo desde el sofá, a las tías casi ni las miro, la playstation está pillando moho, me despierto antes que el despertador suene para ir a trabajar, follo poco, salgo menos; soy más exigente, más preocupado. Quizá me esté haciendo mayor, aunque no me duele el corazón ni daría un paso atrás para cambiar nada. He vivido con intensidad cada minuto de mi vida y al llegar hasta aquí me doy cuenta que estoy contento conmigo mismo y mis circunstancias. Con virtudes y defectos incluidos de serie voy tirando con alegría, sigo teniendo mucha energía y la quiero aprovechar. Este es mi tiempo en este espacio que abarco.
Está claro que la sociedad no funciona así sino nadie haría lo que a veces tenemos que hacer y no nos gusta, pero si fuesemos capaces de elegir a las personas por su talento natural y no por ser hijo de tal o pertenecer a la organización cual, el mundo sería más auténtico. Y más justo.