Este fin de semana es el bautizo de mi sobrina y aunque no tengo la costumbre de entrar en la iglesia pienso hacerlo para ese momento. Esto me hace buscar una clase de argumento conciliador para no caer en la duda de haber hecho lo correcto o no.
Si tuviera la suerte de viajar al Tibet, Grecia, la India, Arabia Saudí, Japón o cualquier otro país con culturas y religiones tan diferentes a la nuestra y, además, existiese la posibilidad de entrar en los templos importantes de cada uno los mismos, estaría emocionado de pisar cualquiera de ellos. No significa desde luego que crea en sus dioses pero sí los respeto como piezas de la sociedad en la que viven sus habitantes. Con la iglesia pasa un poco lo mismo, por encima de sus virtudes y defectos está el respeto que me tienen como ciudadano -cristiano o no-. Para mí ya es suficiente argumento para entrar en la casa de Dios cuando me pete.