Es mi tercera semana de vacaciones, es mi segunda entrada del mes. Tanta vagancia viene provocada de manera intencionada: necesitaba desconectar, como todos. Es curioso que a medida que pasan los días menos me apetece escribir, igual que la idea de volver al trabajo y retomar mi dirección digamos normal. Si es posible, hay cosas que es mejor dejar de hacer para poder valorarlas a la baja, por lo menos para mí.
Dentro de mi cajita, me refiero a las poquitas historias que puedo ahí tener, guardo una que sirve para abrir los ojos y ver donde se encuentran las cosas bellas, este artilugio lo suelo utilizar a menudo, sobre todo cuando tengo tiempo para contemplar lo que me rodea. Funciona en todos los aspectos.
Es fácil acostumbrarse a la buena vida, para esto no hace falta hacer meditación zen ni tomar antidepresivos, sin horarios que nos limiten y una paga extra en el bolsillo somos canelita en rama, 100% autoestima. A disfrutar el momento, que todo se acaba...