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lunes, 2 de julio de 2012

Fueloil

España es un país de chismes, no lo podemos evitar, basta que fulano charle con mengana sirven suficiente argumento para reinventar en corrillos paralelos y profanos la conversación que han tenido. Va ligado a la idiosincrasia del país, poco tiene que ver con cultura o coeficiente intelectual, somos cotillas por naturaleza. Aprovechando esta cualidad tan nuestra podíamos fijarnos en españolitos como los que dan patadas al balón, o en los ases de la raqueta y las de la sincro, o aquel pringao que lleva toda la vida dándolo todo en el curro ganándose así la medalla al peloteo y sumisión que todos los años le conceden sus "simpáticos" compañeros, más remolones que el/ella en el día a día. Pues bien, en el deporte, como en la vida en general, muchas veces está la solución a nuestros problemas, un espejo donde mirarse: los mejores tienen que darlo todo todos los días y encima saber hablar ante los espectadores, relacionarse con sus compañeros de manera extraordinaria, dar ejemplo a la sociedad con sus actos, además de ser humildes, generosos y altruístas. Cualidades todas ellas que ya quisieramos para nosotros/as y que seguramente serían punta de lanza hacia tiempos mejores.

En el deporte ya hemos mejorado, ya se ha hecho historia, en poco tiempo conseguimos lo que todos queríamos para nuestros ídolos populares de la forma más honesta posible; ahora habría que trasladarlo a la peña en general. Sirva el ejemplo de la limpieza de las playas gallegas cuando el desastre del Prestige. Y eso que allí no pagaban. Pues eso, necesitamos limpiar la capa de costra alquitranada para ver la roca con vida.