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viernes, 27 de abril de 2012

El peluco

Uno de los objetos más importantes de la colección de enseres que guardo en la furgo ha desaparecido hace meses. No lo sería tanto cuando a día de hoy ni lo he buscado ni reemplazado por otro de similares características, es decir, que resista el agua y marque la hora. Teniendo en cuenta que salgo del trabajo a las dos y vuelvo a las cuatro, y que en ese intermedio de tiempo practico un deporte en el que te mojas, un reloj sumergible parece necesario. Lo es, aunque sólo un poco.

El subconsciente es más listo que una ardilla, activa una especie de temporizador, como el de los hornos, que funciona de forma similar al que nos hace despertarnos por la mañana minutos antes de que suene el despertador para ir a trabajar. El mío en concreto me avisa a las tres y media de la tarde, me dice ojito que te quedan cinco minutitos, aprovéchalos, que nos tenemos que salir. Pocas veces se equivoca, y cuando lo hace, es porque no le hice caso.