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viernes, 16 de marzo de 2012

Cositas de entretiempo

Todos los mediodías de esta semana los he pasado acompañado de la misma persona. Podría parecer una historia normal si supiera por lo menos su nombre, ni siquiera me preocupé; el mío creo que tampoco lo sabe. El caso es que en total podemos rondar las tres horas de conversación sin llegar a preguntarnos como nos llamamos, curioso.

El funcionario, así le llamo cuando alguien quiere saber quien es, es un tío de uno noventa y aspecto de guiri escandinavo, rubio de pelo al uno y ojos tremendamente azules. Le tengo un aprecio especial porque hace un par de meses -al poco de conocerlo- tuvo la deferencia de llevarme al hospital después de haberme lesionado haciendo deporte. Dejó los bártulos, se cambió sin pensárselo y nos fuimos para allá. Otra gente más allegada que se encontraba en el lugar no reaccionó de la misma forma, lo menciono porque no siempre sabes a quien tienes, de hecho en otra ocasión me sucedió una movida similar con otro chico a quien casi no conocía. Desde aquí les doy las gracias.

Volviendo a tema del funcionario deportista, es casualidad que trabaje aquí siendo de otra ciudad situada a sesenta kilómetros de ésta, aproveche los mediodías igual que yo y coincidamos en los mismos lugares sin haber quedado previamente. Al hombre parece que le agrada mi compañía o es que me ve con experiencia y quiere progresar, la verdad es que me hace preguntas relacionadas con la técnica y cosas similares. Intento no responder demasiado porque para mí, lo más importante, es disfrutar con lo que haces más que tener nivel de competición, aún así estoy pendiente de como se mueve para que lo poco que le pueda comentar le sirva de algo, se la debo.