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jueves, 23 de junio de 2011

El colega del carrito

Los gorrillas también sufren la crisis económica. Se han multiplicado y casi ya nos los encontramos hasta en el garaje de nuestra casa, que cualquier día va a salir uno de detrás de la columna del vecino para orientarme que si a la derecha, a la izquierda un poco más, vale, ahí está bien, un eurito por la colaboración y mañana te veo.

El salario medio de un gorrilla que dedique cuarenta horas semanales al oficio puede rondar -si el tráfico es fluído- por dos mil euros netos; están sin asegurar y no cotizan a la seguridad social pero tampoco pagan a hacienda, es más, alguno cobrará prestaciones por desempleo y podría alquilar vivienda con jacuzzi en el cuarto de aseo si no tuviera que mantenerse el vicio. Vamos, un chollo.

Dar la cara con descaro, asumir con dignidad el puesto de trabajo, condiciones indispensables; no es necesario entregar curriculum, ni hay lista de espera, ni tienes que esperar al fin de mes para cobrar la nómina: día trabajado igual a día cobrado. ¿Alguien oferta más?. El que ví este mediodía estaba en zona mala: ocho coches en el parking de un almacén de herramientas y el tipo comiéndose los mocos ante tamaña afluencia de público. No entendí que hacía en ese sitio a no ser que le faltara poca pasta para aliviarse -cerca de allí se vende caballo- o viviese cerca. Le dí cuarenta céntimos por ayudarme a frenar el coche e indicarme la cercanía de un pivote de aluminio que si no es por él me lo como o eso decía el hombre para que le soltase el euro que tenía suelto al lado de las otras dos monedas de veinte. Son tremendos.