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domingo, 9 de mayo de 2010

La paciencia de los nobles

Sé lo que piensas, por lo menos en un principio, no me das miedo porque he conocido la nobleza en tus ojos, siempre verdaderos.


No digo que estar contigo sea fácil, ni mucho menos, exiges un montón porque tú misma eres así por naturaleza. Callada, atenta y con talento de psicóloga. Un silencio tuyo asusta, das la sensación de escudriñar, sin maldad, de manera serena, pero el miedo es de uno mismo, temor a tener que ocultar algo que pudiese ser percibido por tu mirada. Si fuese un asesino, tendría que contártelo porque lo captarías. Así eres tú desde mi perspectiva, estás un puntito por encima.


La nobleza interior no es perceptible a primeras, hace falta un siglo para entenderla. Las personas que poseen ese don no entienden de tiempo de espera, esperan sin más porque saben que son poseedores de la verdad y si ésta no llega es que se habrá despistado y vendrá tarde, pero llegará. Son pacientes.


Para mí siempre estás ahí, conmigo. Por lo nuestro das todo lo que puedes, sin reservas. No eres cariñosa, es verdad, pero lo tuyo es mucho más sincero y prolongable en el tiempo. Tus gestos son reales, no pretenden agradar, no esperan nada, no exigen. La gente que te conoce también lo sabe. Eres especial.