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jueves, 21 de julio de 2011

Día S, hora B

No sé porque le he puesto este nombre a la entrada de hoy, no lo considero un día especial a pesar del título, quizá me parezca adecuado para lo que voy a escribir.

Esta semana estoy yendo a comer a casa de mi madre, entre los personajes que allí nos reunimos está mi ahijado de tres años -ya he hablado de él en alguna ocasión-, es un niño muy despierto y feliz con el que tengo la fortuna de jugar durante el mediodía. Esta tarde, mientras trabajaba, lo recordaba mirándome, con cara de pasmao, como embelesado con la presencia de su padrino, ahora, mientras escribo, sigo recordándolo con ese mismo gesto. Son detalles que llenan.

Hoy tendría que haber ido a un encargo que me hicieron hace más de un mes, preferí escaquearme a hacer deporte cuando salí del trabajo; estoy dejándolo correr y al final, para última hora. Me puse como fecha tope mañana cuando tendría que ser para ayer. Como siempre.

Tengo la espalda bastante cargada, me duelen hasta los riñones, estoy deseando salir de vacaciones. Por cierto, nunca he ido a un masajista, sólo procesos de rehabilitación de lesiones con fisios y tal pero que alguien te coloque los músculos para aliviar contracturas no; y mucho menos uno con aceites, frutas o chocolates más circuíto spa. No estaría mal un bono de esos.