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domingo, 10 de julio de 2011

Un rumbo seguro

Lo bueno de trabajar es, aparte de poder pagar lo que consumes, disponer de unos días libres para tomártelos como unas merecidas vacaciones y relajar ese cuerpo a base de comida y bebida en cantidades industriales como si eso fuera a ser la cura de salud necesaria para recargar las pilas. Parece ser que la historia funciona porque la mayoría repetimos año tras año, es una terapia sin receta médica que lo prescriba ni doctor que lo recomiende en su consulta aunque muchos/as estén de acuerdo con ella e incluso la practiquen orgullosos.

El día 29 de este mes es mi último día de trabajo antes de salir veintiuna jornadas a rascar lo que me gusta rascar cuando aparco los bártulos deportivos y dejo la ficha del trabajo en el cajón de la entrada. Tengo el mar en el punto de mira pero desde otra perspectiva más relajada. Este año repito unos días en el lugar al que fui el año pasado pero paso de menor a mayor que no quiere decir más porque lo del año pasado fue impresionante y mejorarlo sería difícil. Es una zona que me encanta.