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jueves, 16 de febrero de 2012

Biografía de un día cualquiera

Pierdo la paciencia mientras espero por la prueba de resonancia, todos los mediodías acudo a los lugares donde suelo practicar deporte no sé si para flagelarme o para comprobar como está. Al cabo de media hora me voy para casa a escribir un ratito, contento si estaba mal o triste si funcionaba bien. Es una tortura que me gusta y actúa de estimulante para no perder el hilo del asunto.

En mi tierra disponemos de unas condiciones excepcionales para entrenar. Nunca he comentado que deporte practico con regularidad aunque a estas alturas puede resultar evidente por mucho que me empeñe en mantenerlo fuera de este blog. Los beneficios que consigo a la larga son mucho mayores que el esfuerzo del día a día por mantener la constancia y, desde luego, difíciles de explicar para un tío parco en palabras como el que aquí golpea las teclas. Por este razonamiento y otros menores decidí no hablar del asunto más de lo necesario, a fin de cuentas lo considero importante, más que esta otra aventura virtual.

Dejando a un lado los acertijos y aficiones de cada uno hoy viene el fontanero, después de varios días de dimes y diretes han dado el ok a la reparación. El agua que he ahorrado en esta semana de sequía y hacinamiento la distribuiría en miles de globos que caerían sobre las cabezas de los que idearon las cláusulas de mi seguro de hogar. Igual un refrescado mental les aclara la percepción de lo que significa la palabra urgencia.