Hace unos meses decidí inscribir el blog en una conocida revista digital; un enlace en mi correo fue el detonante de tal atrevimiento. Quizá motivado por cierto ataque de ego rellené el formulario de registro, fue similar al que sufrí cuando me ofrecieron la oportunidad de presentarme a los premios que entregan cada año.
Mañana se publica la lista de ganadores en cada una de las categorías, el mío está inscrito en la sección personal. Cada semana, desde hace un par de meses, me van informando de la posición en el ranking que ocupo -ocupaba, las votaciones están cerradas- invitándome a emitir un voto por categoría. Desgraciadamente no tengo tiempo para leer lo que escriben otros/as blogueros y sería poco ético por mi parte despacharlos al tuntún. La solución fue bien sencilla, no voté a nadie.
Afortunadamente no todo el mundo piensa lo que yo. Hay otros/as colegas que deciden cada día escoger una letra del abecedario y revisan todos los blogs para así poder elegir a pie de cancha quien es merecedor del ansiado punto. Gracias a esta considerada gente podemos disfrutar de concursos y galardones.
Soy un tipo con suerte, no lo voy a negar, del color que yo lo veo ha destacado por su ostracismo; igual a alguien le interesa, he ocupado el puesto 4960 en la clasificación general con 0 votos y una sola anotación. Por cierto, el texto citaba lo siguiente: El blog está muy bien, pero creo que es una pena que sólo acepte comentarios por parte del equipo. Quizás abrirlos a todos los lectores le daría más visitas.
Lo dicho, soy un tipo con suerte.