Buscar

jueves, 6 de octubre de 2011

El oficio más barato del mundo

Supongo yo que cuando alguien demuestra afición por escribir -independientemente de su capacidad- es porque cree que tiene algo que contar. Antes, me refiero al siglo XX, era necesario disponer de una inyección económica que amortizara los gastos derivados de la edición, maquetación, publicación y distribución, por supuesto sin garantía de éxito a posteriori. Hoy las cosas han cambiado, edita quien tiene ganas de hacerlo, ya no es un mundo restringido a minorías. Al igual que en un concurso de belleza, si se presentaran tod@s l@s chic@s guap@s del lugar, el nivel crecería considerablemente. Y aquí nos encontramos muchos, gente con afición, sin pretensiones económicas y sobre todo independientes: como no tenemos productor podemos decir lo que pensamos.

Yendo un poco más lejos, a día de hoy, época en que se intenta inculcar a los chavales una serie de valores relacionados con la necesidad de aprender y compartir -coño, como los P2P- para progresar en la vida, se podría llegar más lejos y acercar esa actitud a los seres más desfavorecidos, que éstos vean lo que se cuece en la red y que independientemente del gusto de cada uno aquí siempre hay inquietudes para todos. Por ejemplo, habrá quien sienta la necesidad de aprender a leer para tener una cuenta en cualquier red social y así contar sus vivencias o quizá buscar a seres queridos. No conozco ningún sitio gratuíto -y de acceso público- que pueda presumir de tener disponibilidad las veinticuatro horas durante los siete días de la semana. Y menos aún que presten servicio de apoyo didáctico -incluyendo café, bollos o menú del día- al desfavorecido. Esto también es progreso.