Hoy he ido a revisión de mi hombro, como hacía un mes de aquello tocaba cita con el traumatólogo para comprobar su estado. Lo que voy a contar a continuación es una forma de ver la vida en general, no está pensado para dar consejos a nadie, todo lo contrario, es poco recomendable hacerlo.
- Buenos días doctor, he traído el informe de urgencias por si lo necesita -me quito la cazadora-.
- Sí, gracias -me mira como si no hiciese falta que me la sacara-, veo que mueves bien el hombro, ¿qué tal estás?, ¿quieres operarte?
- Muy bien -le cuento mi lesión con detalle-, estoy fuerte y no noto holgura como otras veces, llevo haciendo deporte una semana porque no he dejado reposar el hombro, he preferido seguir haciendo vida normal para no perder musculatura que luego haya que recuperar de manera antinatural; sí, ya sé que toda lesión necesita un proceso de recuperación pero mi intención es que el hombro trabaje desde el primer día para que no se relaje y continúe firme. No quiero operarme de nuevo, si eso espero a la siguiente luxación.
- Es aconsejable que sigas la terapia normal pero si te encuentras bien, adelante, y ya sabes que si decides operarte aquí estamos para lo que necesites -me tiende la mano y sonríe mientras me explica la intervención-.
- Gracias doctor.
La enfermera que estaba sentada a su lado -casi prejubilada- me miraba con los ojos muy abiertos -la sorprendí un par de veces mientras lo hacía-; supongo que aún teniendo experiencia a dar y tomar no se explicaba que un paciente normal y corriente entendiera tanto sobre las piezas que hacen funcionar de manera correcta un hombro. Descolocada, eso sí, por haber visto una conversación profesional de tú a tú entre un especialista y un simple enfermo.
P.D.- Espero y deseo para lo que queda de este año y el que viene no tener que acercarme por su consulta, si ocurre lo contrario y aún no se jubiló la enfermera, ésta me mirará de otra forma: con ojos de adivina porque sabía que me vería de nuevo aparecer por allí antes de marcharse.