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domingo, 24 de octubre de 2010

Lo que tú digas abuela

Hoy estabas algo pachuchilla, no respondías a la primera porque procesabas lento, que atendiendo a tu actual estado mental no es noticia.  Lo que sí me parecio novedad fue la falta de energía, te costaba mantener el tenedor erguido cuando marcaba el punto medio del ángulo que necesitaba hacer para meter la fruta en la boca y en ese punto, varias veces, ese tenedor se caía de tu mano porque no eras capaz de soportar la fuerza que ejercía. Sé que te ponen nerviosa las discusiones, se nota que te sientes impotente si esto sucede y se te escapan dos lagrimitas de lucidez. Tu fondo sigue siendo el mismo, no te gusta la gresca, eres mujer de paz. Así sea.

Te comenté cómo rebosaban mis platos de comida cuando me llevabáis con vosotros el fin de semana, yo era un niño escuálido que comía como un pajarito y derrochaba energía por todos los poros. Pensabas que como iba a dejar en el plato de todas formas, la estrategia sería que cuanto más lleno de comida quedase peor me sentiría y ésto haría que comiese más cantidad. ¡Qué bien me conocías abuela y qué lista eras!. Sigo recordándote de esa forma cada vez que te veo.