Ni tengo un bar ni fumo. Ahora bien, si lo tuviera, estaría contaminando de todas formas por el humo que expulsarían mis orejas del cabreo crónico que cogería. La nueva ley antitabaco pretende asemejarnos con los países desarrollados aunque a mí, personalmente, me parece en parte una vuelta a la represión. Me explico, estoy totalmente de acuerdo en cuanto a no permitir fumar en espacios públicos siempre que sean recintos a techo cubierto, en entorno laboral o cualquier actividad relacionada con la salud en general o los niños en particular, por contra, manifiesto mi total desacuerdo en prohibir fumar en los bares porque estos establecimientos están creados como lugar de ocio privado, donde el cliente acude porque quiere y acepta las normas de la casa; nadie obliga a una persona a permanecer en un local de tapas y si el dueño da permiso a la clientela para echar unos pitillitos problema de él y su negocio, a cierta gente le atraerá el humo y otros evitarán entrar, es la ley de la oferta y la demanda, más antigua que el ser humano.
España es un país de copa y puro, no perdamos nuestras costumbres, tampoco es cuestión de parecer todos los países cortados por el mismo patrón porque si esas diferencias son las que atraen el turismo, las empresas y suponen la envidia de los demás países no hay porque cambiar nada en ello. En todo caso igual los que se equivocan son el resto o es que simplemente no son como nosotros. Es incongruente, por ejemplo, que en países como China esté prácticamente prohibido fumar pero luego explotan a la población con trabajos insalubres y sufren una contaminación medioambiental de doce sobre diez. El ejemplo de la salud del camarero tampoco sirve pues hay otros sectores laborales más perjudiciales para el trabajador y no se hace nada por evitarlo porque no se queja nadie. ¿Estamos para estas florituras con cuatro millones y medio de parados?. Pijos sí somos un rato.
No me imagino un tablao flamenco sin humos o a las dos chicas que, tomando un café a la hora del idem, no puedan prender el cigarrito sentadas en una mesa. Si el empresario hostelero ya se encuentra en la cuerda floja debido a impuestos, crisis, competencia y demás, con esta ley se le invita a que cierre el garito por fuerza mayor. Los clientes preferirán quedarse en casa que por lo menos se puede fumar mientras se charla.