Con respecto a la Operación Galgo quisiera dar mi punto de vista desde una perspectiva a pie de cancha. Un deportista que se sienta como tal posee en la mayoría de los casos una ambición por encima de la media, todos ellos están acostumbrados a competir desde muy niños y a destacar entre los demás. Al igual que cualquier trabajador, quieren progresar y ganar dinero con ello si es posible. La profesionalización trae consigo la necesidad de resultados positivos para seguir convenciendo a los sponsors y meter algo en la hucha; al igual que le ocurre a la gente marinera, si no hay pescado no hay ahorros. Bien, cuando uno ya pesca y además disfruta de cierto status entre el resto del gremio, o deja de pescar manteniéndo su leyenda o sigue esforzándose en la rutina del día a día sin aparente ambición que lo motive como antes. Para superar todas estas trabas mentales -creo que no son físicas- hace falta un aliciente, un plus que te dé vidilla.
Con esto no quiero decir que crea que los deportistas sean culpables, pienso sinceramente que el entorno lo es más: entrenadores, preparadores, familiares, aficionados, ... todos exigen y ayudan a que se produzcan estos casos. Por otro lado habrá una contralucha orquestada por los propios interesados, utilizando productos disipadores de restos en el organismo, que dependiendo de los casos serán más o menos efectivos. La organización mundial de control antidopaje aumenta año tras año el número de componentes prohibitivos pero los nutricionistas van por delante. ¿Qué deportista no toma algún tipo de suplemento proteínico para ayudar a?. Sobre los más listos, los mejor preparados, planean dudas siempre. Cuanto más esforzado y mediático sea el deporte, mayor vulnerabilidad a caer en las redes del apoyo químico. El espectador quiere un determinado número de eventos, el competidor mayor gloria, es la ley de la oferta y la demanda.
No quiero culpar a nadie mientras no se demuestre lo contrario pero al igual que ocurre en la sociedad si preguntamos a menores de edad si han bebido alcohol este fin de semana, si se han fumado algún porrillo o si han probado otras historias, la mayoría de ellos suavizarán la cosa, mintiendo en muchos casos sabiendo de antemano que siendo sincero/a estás sentenciado/a.
La plena motivación mental está reservada para momentos breves o para unos pocos privilegiados con talento natural para mantenerla día tras día. El resto de los mortales vamos trampeando buscando alicientes extra que nos hagan compañía, nos ayuden a superar barreras: puede ser un Dios, una sustancia, una emoción, una confesión, una mentira. En el caso de los profesionales de élite aparece multiplicado por mucho. ¿A quién le amarga un dulce?.
Para poder inculcar a los chavales una filosofía sana del deporte y de la vida en sí, es necesario luchar en contra de todo esto porque de lo contrario la corrupción crecería directamente proporcional a la permisibilidad de la sociedad. Si os han pillado, os jodéis.