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jueves, 16 de diciembre de 2010

Encogidos y arrugados

Hace casi un mes que no me corto las uñas de los pies y la verdad es que alguna de ellas ya empieza a doblar la esquina. Decía un chiste de faemino y cansado: Estaba un hombre subido al trampolín más alto de la piscina. Desde arriba, colocándose en pose de salto, erguido y con los brazos extendidos, le pregunta a un colega que está metido en el agua:

- Oyeee, desde ahí abajo ¿qué parezco?
- Pareces un águila real
- ¿Por la pose no?
- No, por las uñas de los pies ¡qué parecen mejillones!!.

Pues ahí andamos con las garras afiladas por si hiciera falta sacarlas. Mañana les paso la podadora.

Hablando de otra cosa, a tres compañeros del trabajo le habían robado pasta hace cosa de un par de meses. Ayer me lo contaba otro compañero -yo no sabía nada- y me entraban ganas de llorar. En esta empresa, si destacamos por algo, es por el buen rollo general, dejamos nuestros efectos personales a la vista y todos los días hacemos jornada de puertas abiertas. Consideramos que la confianza es básica para el buen funcionamiento de las relaciones laborales y personales. A mí todo esto me parece fundamental y una de las motivaciones para trabajar aquí. Por eso ayer mismo puse un billete de 20 € a plena vista, en la zona donde el amigo/a de lo ajeno opera. Sólo saldrá de ahí por dos motivos:

a- Que me lo roben
b- Que la persona que se llevó lo de mis compañeros les devuelva lo que es suyo y les pida perdón.

Mientras tanto, el billete ahí colgado le recordará día tras día el error que cometió. La gravedad del asunto está en que hemos perdido algo y no es precisamente el dinero.