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lunes, 20 de diciembre de 2010

Historias que no existen

Algunas veces la imaginación puede jugarnos malas pasadas. La realidad de uno mismo está formada por la suma de lo que ve más lo que intuye, a veces la fórmula no está equilibrada y barre para un lado más que para el otro. Son cosas que pasan.

En ese estado de medio ciencia-ficción me encuentro estos días. El concepto de duda me asalta, por eso es mejor no darle importancia, el tiempo pondrá todo en su sitio. Quizá las navidades me pongan sensiblón y todo me afecte sobremanera, me haga alejarme de lo que sucede de verdad y oigo campanas donde no las hay. Ya lo veremos.

Podría decir que lo tengo todo controlado, que en mi cabeza circula fluída la información sin atascos, es verdad, sin duda, pero cuando se trata de trasladarla al mundo real, contando con los demás, esto es inviable. No es material para compartir por eso es personal e intransferible. Como tú.

He firmado una cláusula conmigo mismo, es top secret, son informes confidencialeS que nunca saldrán a la luz. Mi novia tiene razón, me conoce terriblemente bien, cree que es difícil saber lo que pienso, que no soy transparente; es cierto todo lo que dice, aunque me duela reconocerlo.

En ocasiones quisiera poder adentrarme en la mente de la gente que no guarda recovecos y saber si esa forma de ser corresponde a una característica propia, intrínseca, o por el contrario está basada en la intencionalidad de ser sincero con uno mismo y con los demás. Ya me gustaría saberlo.