La primera vez que publiqué algo en la red me pudo la presión, decidí eliminarlo porque aunque no lo parezca soy bastante perfeccionista y estaba descontento con el resultado; la joyita de la que hablo era una web dedicada al cuidado de los cockers y se llamaba webperruna.es -el nombre ya reflejaba su calidad-; estuvo tres meses operativa en su primer diseño -Image Ready, FrontPage- y me sirvió para introducirme en formatos tales como html, ftp, asp, png, gif, ... A día de hoy -trece años después- considero que internet es mi segunda casa y le doy la importancia que merece. Por este motivo - y otros muchos- cada palabra que escribo me la tomo muy en serio, sintiéndome totalmente responsable de mis actos. Al contrario de lo que pueda pasar con una publicación física que suele tener fecha de caducidad y termina olvidada o triturada bajo una máquina recicladora en el mejor de los casos, el medio virtual dispone la información al servicio del usuario de manera atemporal, aunque haya sucedido hace nueve años, dos meses y dieciséis días. Mayor valor si cabe, mayor compromiso también.
Estoy seguro que mucha gente se podría sentir identificada si leyese estas líneas, personas que al igual que me ocurre a mí captan el murmullo de la información cuando fluye libremente y lo aprovechan en beneficio del conocimiento general, de la cultura. Cuando ayer me preguntabas si podía echarte una mano en la creación de tu blog te respondí que en cuestión de configuración lo que quisieras, en cuanto a contenidos nada de nada porque para mí un blog es algo personal e intransferible; este es el motivo principal por el cual no te voy a ayudar. Tampoco te he dicho que yo también tengo uno y nunca podrás aceptar estas disculpas que se quedarán aquí, sumergidas y acomodadas, en un veinticuatro de Febrero del dosmilonce.