Buscar

viernes, 25 de febrero de 2011

Viene de serie

El 14 de Febrero, día de los enamorados, echaron por la tele un reportaje en el que hablaban varios filósofos sobre el concepto Amor y lo que suponía en nuestras vidas. Como tema argumental ya me parece arriesgado intentar definirlo pero para mi sorpresa algunos de ellos llegaban más allá. Uno en concreto, pelo lacio moreno canoso con raya al lado y perilla recortada, sobre unos cincuenta, gafas a lo Harry Potter, desaliñadamente trajeado, exponía más o menos lo siguiente (no cito palabras textuales):

- En un mundo caótico, impersonal, donde todo tiende a la negatividad, a la alienación, a la individualidad, ... el ser humano busca un reducto donde poder sentir afecto. Quizá el único lugar que nos queda para ser felices sea el amor.

Un servidor, que ve la vida de otra manera, alucina con esta gente tan negativa y como son capaces de atreverse primero a estudiar filosofía y después a aplicarla de manera fundamental, impartierdo doctrina, desarrollando en sus discípulos esa misma cualidad. Lo tienen que pasar muy mal en sus vidas para llegar a esas conclusiones tan tristes. Estoy seguro que la mayoría de nosotros no pensamos así y vivimos con alegría el día a día pero claro, para forjar una personalidad optimista ya tiene que venir en esencia la semillita. Quizá también tuvimos la suerte de no sentirnos influenciados por tíos como del que hablo.

Entrar a valorar la vida del color que yo lo veo es insignificante, sólo me gustaría decir que tengo la enorme fortuna -creo sinceramente que es mi única virtud- de tener unos ojos agradecidos que poseen la cualidad de ver las cosas bellas; tienen la capacidad de captar imágenes positivas o por lo menos de recoger la información y transmitirla al cerebro a todo color. No quiero ser empalagoso con la definición, es un poco por debatir con el señor filósofo. Los sustantivos abstractos no admiten teoría pura.

Admiro a la gente que aún faltandole el sentido visual sonríen siempre; que son capaces de imaginar un mundo mejor que el real, tremendamente hostil para unos, inmensamente atractivo para otros.