Algunas veces tengo que tomar una decisión en quince minutos escasos porque entre las opciones que tengo -normalmente son varias- hay bastante diferencia en ese momento en concreto. Entre las dos y las cuatro de la tarde soy otra persona: un lobo hambriento que busca su habitat. Esta comparación no es casual, sinceramente creo que me mueve un instinto primario fuera de toda lógica; si uno lo piensa razonablemente no tiene argumento sostenible.
Sobre el terreno, a pie de cancha, estoy con los colmillos afilados siempre, no tengo tiempo para charlar con los amigos porque tampoco hay mucho de lo que hablar cuando estás pendiente de otra cosa, sería falso por mi parte. La mayoría lo verán extraño pero ellos no tienen que ajustar tanto en sus horarios para poder dedicarle un ratito diario a hacer lo que les gusta o bien prefieren no vivir tan apurados y practicar menos deporte. Decisión de cada uno/a.
Hoy estaba solo en un lugar que lleva aquí desde siempre y aunque no soy un gran pensador tengo capacidad para sentir el fluir de como pasa el tiempo en la naturaleza. Hoy he dejado de lado los colmillos
para aprovechar ese momento zen y disfrutar del entorno que aún estando el día nublado yo lo veía fabuloso. La descripción paisajística que intentase representar con mis palabras no haría honor a la realidad, quizá decir nada más que tengo la suerte de tener unos ojos agradecidos para ver cosas bonitas allá donde estén, muchas veces a pocos metros de casa y donde no todos las ven aunque las miren.
PD.- Tan apaniguado estaba con el tema que llegué tarde al trabajo y me olvidé de llamar a mi madre que había quedado con ella.