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viernes, 11 de febrero de 2011

Manolo y Benito

Estos días me encuentro dándole tratamiento a un armario ropero de madera que hizo mi padre. Es un regalo para mi cuñado y su parienta que acaban de tener un bebé; le dijimos a mi viejo que nos echara una mano y acabó haciéndonos el mueble al completo. La verdad es que se enrolla un montón ya que en nuestra casa hizo más del 50% de las mesillas, armarios, aparadores o demás artilugios a medida. Sí, está mal decirlo por boca de su hijo pero es un crack, más teniendo en cuenta que es electrónico de radares, profesión que nada tiene que ver con la madera.

Ahora vive la carpíntería a toda pasión, cada vez que puede se compra una herramienta nueva que hace tal y cual fresado especial o corta en ángulos antistándar con chaflán. Es digno de admirar las horas que le dedica al oficio sin ánimo de lucro porque todas sus creaciones son para amigos y familiares: ponle una tapita de cualquier cosa, un riojita de buena cosecha y ya te lo tienes ganado. Se contenta con detalles de camaradería.

Es una suerte tener un hueco libre en una pared, en mi caso es casi mejor que ya disponer del mueble porque me gustan más los que hace él que los comprados, además, mi función se limita a comprar la madera en bruto, cargarla en la furgo para llevársela junto con las medidas del hueco; cuando esté listo lo recogo, lo llevo para mi casa, le doy tratamientos (fondo, tapaporos, barniz,..) y para su sitio. ¿Relación calidad-precio?: la mejor del mercado.