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martes, 15 de febrero de 2011

Sembrar en tierra muerta

Una de mis webs favoritas -por no decir la principal- es, como no, Wikipedia. Su cofundador Jimmy Wales solicitaba hace poco tiempo una pequeña contribución por parte de los navegantes para así poder seguir manteniendo el servicio de forma incorruptible, es decir, continuar con los pilares básicos que lo hicieron un elemento imprescindible dentro de la red: la información pertenece a todos de manera gratuita sin publicidad ni intereses de terceros. Cuando no hay posibilidad de seguir ampliando contenidos sin echar mano del capital, ¿hay mejor manera que apelar a la conciencia colectiva para solucionar el embrollo?. No hace falta decir que se consiguió la pasta mucho antes de la fecha límite marcada por su cabeza visible.

Así me gustaría a mí que funcionasen los negocios; por poner un ejemplo reciente, los del gremio audiovisual se quejaban, con razón, de la pérdida de espectadores en las salas y la crisis por la que atraviesan. En lugar de adoptar una postura victimista podrían intentar darle la vuelta a la tortilla y plantearse la opción de invertir algo de tiempo en conocer la red y los seres que la habitan. Como resultado de sus investigaciones llegarían a la conclusión que casi todos los internautas pueden establecer estrechos lazos de empatía con las webs que visitan, llegando a aportar lo necesario para que un proyecto salga adelante, es más, la mayoría de usuarios que tienen experiencia en la red practican el altruismo. Gracias al medio virtual un montón de trabajos pueden ser reconocidos desde el sofá de casa, proyectos que no tendrían salida en otro medio más convencional. Acaso ¿cuánta gente pudo haber visto "Pa negre"?, ¿y si no existiese internet?, ¿no es eso publicidad gratuita?. A lo que iba y por poner otro ejemplo: un director/a de cine plantea, dentro de su página web o donde le pete, realizar un proyecto de película para la cual no dispone de medios económicos, si su intención verdadera es la de gastar la pasta recolectada en la película en sí: sueldos de profesionales, escenarios, rodaje, postproducción, ... pudiera ser que haciéndose un poco de publicidad -no lo tienen tan difícil- llegara a conseguir que sus proyectos saliesen a la luz con aportaciones del ciudadano de a pie. El público no es tonto y controla de intenciones, soltará la pasta si viene al caso como lo hacían con los politonos, los sms televisivos o los programas autosostenibles de las tres de la mañana; para el/la que aporte, regalito, un par de entradas gratis para el estreno. Del color que yo lo veo estos tiempos digitales son parecidos a los tiempos analógicos del teatro callejero, la cabrita equilibrista y los mimos románticos: primero hay que mostrar que es lo que haces y con que intenciones, que luego el espectador decidirá si echar moneda o no. Algunos cavernícolas prefieren matar al payaso y santas pascuas.