Encima de la mesa de contrachapado blanco -del mismo color que toda la sala- hay dos objetos: una tijera de inox y un bolígrafo de publicidad, forman parte de un decorado donde ingenieros y contratistas representan los papeles de su vida o como mínimo los mejor remunerados. En la habitación contigua, con la mitad de metros cuadrados que la anterior, hay un oscuro taller de alfarería donde tres expertos artesanos dan forma al barro con utensilios de antigua generación. Construyen una barcaza de pesca con la finalidad de decorar el centro de un patio circular habitado a día de hoy por un nogal a medio secar.
Fuera, a la intemperie, no hay nada, un desierto de arena y piedras volcánicas que se pierde de igual manera en el horizonte, sin montañas ni altibajos. Los lagartos también se han ido a parajes menos inóspitos, en el suelo yermo sólo las roderas de los neumáticos de quien ha llegado allí rompen el dibujo lineal creado por la naturaleza. Todo elemento artificial -incluido el ser humano- se encuentra bajo tierra, como en las cuevas del Bin Laden.
A cincuenta kilómetros al Oeste se llega al mar; agua y tierra se funden en degradados del rojizo al amarillo por el flanco izquierdo y del blanco al azul cobalto a estribor; ahí, en ese centro de coordenadas cromáticas, entre lo muy seco y lo más húmedo, existe un lugar de tanteo donde acuden a reunirse los que toman decisiones; allí se piensa de otro modo, sin agentes externos que puedan perturbar tamaño equilibrio.
Pedro, Juna y Nora, los alfareros, aguardan impacientes a que el sol se ponga del todo para poder trabajar al aire libre sin perturbar la composición de la arcilla, en el subsuelo se respira fatal a estas alturas de atardecer y hace dieciséis horas desde que el último cuatro por cuatro cargado de oxígeno expandió su mercancía entre las galerías. Aprovechan el momento para mantener el fuego que ayude a cocinar la mercancía próxima. Mientras tanto, cercanos a la frontera y entumecidos por la fría brisa marina del anochecer, cuatro pescadores regresan con la cesta vacía, los útiles enmarañados y cara de pocos amigos. Son los encargados del sustento de los que pernoctan...
P.D.- Pido disculpas de antemano por haber creado una entrada ficticia, todo es inventado. Ayer cometí el error de crear un post vacío y decidí rellenarlo hoy. No me parecía correcto hablar a toro pasado y aunque lo más sencillo hubiese sido eliminar la entrada quise mirar alrededor mientras decidía qué hacer, ...encima de la mesa había dos objetos y...