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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Buscar el encuadre perfecto

Supongo que los sordos tienen un puntito más en el resto de sentidos, sobre todo desarrollarán el de la vista, más que nada por un orden de importancia. Como no soy contemplativo -cualidad que espero ir desarrollando con los años- y me contento con describir lo que veo de pasada utilizo el truco de la perspectiva selectiva que se basa en retener instantáneas de lo que ocurre fijándome en los movimientos importantes de cada acción. Parece ser que a la larga funciona pues me da una opinión personal, más de hechos que de palabras; quizá no sepa expresarlo todo lo bien que quisiera, son efectos secundarios de seguir esta técnica. Al grano.

Martes 15 de Noviembre 2011

Una tromba de lluvia y viento huracanado sacuden la furgo, los limpias se saturarían aunque fueran de serie y no un intento de abarcar más superficie con dos del mismo lado. Son las siete y media de la tarde, noche cerrada. El coche que me precede circula a velocidad reducida, lo adelanto porque aunque no soy Hamilton me va el agua en todos los aspectos; al tío este por lo que veo no. Me sorprende la actitud de otro automovilista que espera haciendo stop en una carretera secundaria que enlaza a noventa grados con la nuestra, tiene la mirada perdida, el intermitente accionado hacia ninguna dirección y poca visibilidad desde su posición. Al loro, miro para el que estoy adelantando no se le fuese a ocurrir echarse para mi carril en caso de que el otro saliese despistado. Justo en ese momento salta por el aire el parabrisas de mi lado derecho, el del ángulo de visión de la jugada. Aceleré, no fuera tocarme el adelantado pues presentía su acción, aún así casi lo hace pues el que cedía el paso tuvo la brillante idea de salir a pista, el primero tuvo miedo, reaccionó precipitado sin controlar el ángulo muerto de sus retrovisores. Yo intuía que si seguía por el carril contrario me estamparía contra esta nueva - y equivocada- incorporación; aceleré y frené, sabiendo que era importante acelerar de nuevo una vez en mi carril porque el tipo que ahora quedaba atrás no estaba capacitado para reaccionar a tiempo y el otro espabilado circularía al sentido inverso de mi marcha. La suerte estuvo de mi parte y esquivé a los dos con un zigzag, media luna delantera emborronada por el agua y un vehículo de tracción trasera sin ESP. Vaya, vaya, para esto sí que sirve actuar más que contemplar. La próxima vez igual no tengo tanta fortuna y a ver de que presumo entonces.