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viernes, 4 de noviembre de 2011

Un cuento de hadas

Quizá sufrir de alopecia sea uno de los mayores disgustos a los que se pueda enfrentar un hombre. Puede parecer una barbaridad pero es así, cuanto más desarrollado sea el país peor sienta. Es un trauma difícil de superar, una grave enfermedad. No lo digo yo, está en las estadísticas, su margen de error es mínimo.

Tengo claro que la mayoría le damos demasiada importancia al aspecto físico por mucho que nos neguemos a reconocerlo y presumamos de libro en la mesilla de noche. Ocurre lo mismo con el dinero, vivimos por encima de nuestras posibilidades en muchos casos aunque luego reneguemos de él. No es que quiera desmarcarme de esta corriente, quiero entonar el mea culpa, a mí también me pasa.

No me puedo imaginar una vida igual si fuera calvo, feo, gordo, torpe y pobre. Lo digo con todos mis respetos. Esta permanente sonrisa que inunda mi cara no existiría, quiero decir que aunque la mentalidad fuese la misma en origen acabaría transformándose en otra cosa, seguramente más triste e infeliz, marcada por la experiencia de la vida misma. ¿Qué quiero decir con todo esto?, buena pregunta, el caso es que hoy he visto una sonrisa como la mía en una persona con aspecto para todo lo contrario. Admiro a esta gente por encima de ninguna otra, no soy mucho de celebrities, me van más otros ambientes si se trata de buscar ídolos a quien imitar.