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domingo, 25 de septiembre de 2011

Truquematruque

No creo en los milagros como tal, cuando uno empieza un proceso de recuperación se cree Robocop y supone que una cadena de currantes microscópicos, pongamos ingenieros, albañiles, soldadores, encargados de grúa, fontaneros y demás, están trabajando las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana para reparar la avería. El que aquí escribe, que ha visto Érase una vez la vida en multitud de ocasiones, quiere aferrarse a la idea de que ellos saben cual es la tarea a desempeñar en cada caso porque logísticamente funcionan perfectamente y además no son amigos de agentes externos que puedan provocar un motín de a bordo. Confío en mis operarios, son los que tengo; eso les da confianza y se entregan dándolo todo por un servidor. Es mi última bengala.

Volviendo a la vida real, en unos veinte días tengo revisión y resonancia, espero no pasar de un derrame en la cápsula humeral y evitar recaer de lesiones como las de Bankhart o Hill-Sachs que han supuesto un sinvivir deportivo durante los tres años anteriores a haberme operado. Mientras tanto, gestito a gestito, voy meneando el hombro para ver como reacciona y de paso motivar a esos currantes no sea que alguno se duerma y retrase tareas de grupo.