Cuando te cogí prestado el tubo me largaste un mítin que a un tío como yo le puede parecer surrealista, aunque tu respuesta final fue más desconcertante: "Berna, de verdad, que no te parezca mal, pero no te entiendo". Te parecía extraño que alguien te cogiera algo sin permiso más de una vez y es algo que comprendo pero no comparto. Entonces ahora, la chapa te la doy yo:
- Bajo mi forma de ver las cosas, cuando le cojo prestado algo a alguien es porque con anterioridad he hecho mucho más por esa persona, sin pedir nada a cambio y sin jactarme de ello, favores que no se ven ni se cuentan. Entonces, agarrado a esa confianza, me tomo la vida un poco bajo el concepto de camaradería y si lo que es mío es tuyo, entonces de lo que tengas tú, en algún momento me puede hacer falta algo a mí. Si lo llego a coger, lo devuelvo con creces, deberías saberlo a estas alturas. Mi vida funciona así e intento dar más de lo que recibo, es una buena forma de sentirse bien. Me parece mentira tener que explicarte esto pero que me hayas largado una advertencia por haberte cogido prestado algo de tan poca importancia como un fluorescente cuando he hecho tanto por tí, no me parece nada bien.
A los diez minutos has vuelto a hablar conmigo para, un poco, disculparte pero tengo que decirte que como la abuelita que me queda está un poco pachucha y ya no me adula, me voy sintiendo encantado de haberme conocido y creo que, aunque hayas sido sincero, te has equivocado. Es como si me dijeses "lo tuyo es mío y lo mío también es del menda". Así me sentí. No te preocupes, no te volveré a coger nada sin permiso.
Por cierto, hoy es mi santo y no me había dado cuenta; una compañera de trabajo me felicitó a primera hora. Si lo llego a saber traigo unos bombones (y un fluorescente).